Creemos que Dios, el único Dios verdadero, Jehová, ama profundamente al género humano ya que somos su creación. La mayor demostración de amor siempre ha sido la acción. Y Dios hizo por nosotros aquello que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos, o sea, proveer el medio por el cual el género humano puede recibir salvación. Para más detalles en cuanto a esta declaración, por favor lea el discurso en la sección “Por qué Jesucristo”, donde se explica toda la historia en detalle.

Es muy importante establecer aquí que nosotros creemos que Dios es uno solo y es presentado en las Sagradas Escrituras como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Dios se manifiesta al hombre y lo enseña a través de las Sagradas Escrituras, las cuales son la Palabra de Dios, escrita por muchos hombres a través de muchos siglos y protagonizada, con la excepción de Jesús, por hombres y mujeres imperfectos; pero sin embargo, la inspiración, infalibilidad e inmutabilidad del Espíritu Santo hacen que transpire en perfección el mensaje de Dios para el hombre.

Creemos que el Señor Jesucristo vino a la tierra a llevar a cabo el acto de redención y a través de su sacrificio en la Cruz del Calvario, el hombre puede tener paz con Dios, si lo acepta como un regalo de Dios. Tres días después de su muerte en la cruz, Jesucristo resucitó y después de pasar 40 días en el ámbito terrenal, habiendo sido visto no solamente por sus discípulos sino también por más de 500 testigos a la vez, ascendió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre.

Antes de ascender al cielo, Jesucristo proclamó la misión de los discípulos, para la cual fueron entrenados por más de tres años que estuvieron con Él, o sea, enseñar, predicar y sanar, llevando el mensaje y la demostración del poder que confirma el mensaje del reino de Dios por toda la tierra.

Para tener el poder en la atmósfera espiritual para enfrentarse al reino de las tinieblas con todas sus jerarquías, Jesucristo les ordenó a los discípulos que esperaran hasta que se manifestara en la dimensión terrenal un acto sobrenatural que iba a cambiar la posición del hombre de víctima a vencedor. O sea, se refería a la entrada a la atmósfera de la tierra y particularmente dentro de sus nuevos espíritus, del poder del Espíritu Santo. La promesa del Espíritu Santo es para cada creyente y se manifiesta en poder, en autoridad, en denuedo y en un medio de comunicación único que permite que el poder de Dios dentro de nosotros pueda interceder a través de nosotros mismos directamente para con Dios.

Creemos que una vez Jesucristo nos redime, el Espíritu Santo crea en nosotros un nuevo espíritu, el cual está vivo y puede ahora escuchar y hablar con Dios. Esta nueva relación con Dios se obtiene por fe, o sea, simplemente al creer que Dios tiene el poder de traernos hacia sí mismo y hacernos una nueva criatura cuando reconsideramos nuestra condición, nos arrepentimos y tomamos la decisión de cambiar de rumbo, manteniéndonos en una actitud de separación moral y espiritual hacia Dios, puesto que la intimidad con Dios requiere santidad.

No podemos perder de vista que Las Sagradas Escrituras son la revelación de Dios de lo que ocurrió en la tierra en el pasado y lo que ocurrirá en el futuro. Establecido está en Las Escrituras que el planeta tierra fue creado por Dios para que el hombre tuviese dominio y lo habitara y lo poblara y lo disfrutara. Pero aunque el dominio fue dado al hombre, Dios retuvo el título de propiedad. Quiere decir que no hay poder creado en el cielo, en la tierra o debajo de la tierra, que pueda anular el plan que Dios tiene.

Está claramente explicado en Las Escrituras que, en el tiempo establecido previamente por Jehová Dios, la santa iglesia será arrebatada al cielo, sucediendo que los muertos en Cristo resucitarán primero y los que estén en la tierra serán transformados en un abrir y cerrar de ojos, Y entonces, en la tierra tendrá lugar un tiempo de gran calamidad y tribulación para el género humano y para el planeta como nunca ha sido experimentado antes. Luego, el Señor Jesucristo regresará a la tierra, esta vez con toda su majestad y poder como el Rey de reyes y Señor de señores, a reinar en la tierra.

Creemos que las Sagradas Escrituras revelan la verdad de la creación, de la redención y del futuro de la humanidad. Pero la Palabra de Dios también nos revela el misterio de vivir en el presente con la certeza de que las promesas de Dios son reales y que tenemos acceso a ellas por fe. Son promesas de salvación, de paz, de sanidad física, de sanidad emocional, de liberación, de que podemos cambiar nuestro camino, impactar nuestro presente y transformar nuestro futuro y el futuro de nuestras generaciones y que podemos ser antorchas de luz en medio de la oscuridad que trae el reino de las tinieblas para destruir la humanidad, manifestando la victoria de Jesucristo.