El propósito de esta sección es exponer varios puntos sumamente importantes en cuanto a nuestra identidad.
¿Por qué? Porque el conocer, estar consciente y recibir la realidad de quiénes somos a causa de Jesucristo, nos va a permitir vivir en la dimensión de lo sobrenatural, desde donde emana la luz del rostro de Jehová, disipando todas las tinieblas alrededor de nuestras vidas.
O sea, eso es lo que significa estar en bendición: el estar alumbrados por la luz del rostro de Dios.
En Números 6: 22 – 26
"Jehová habló a Moisés, diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos y diles:
Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti,
y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz (Shalom)."
La Palabra de Dios es vida, por lo tanto, puede sanar lo que está enfermo y resucitar lo que está muerto.
La Palabra de Dios nos entrena, habilita, enseña y edifica para estar preparados a enfrentar la vida diaria y ser agentes de bendición a todo nuestro alrededor.
Porque es precisamente en el diario vivir cuando nos encontramos con los problemas, los disgustos, las situaciones, las tragedias, que van a desafiar lo que somos.
A grandes rasgos, es imposible entender nuestra identidad en Cristo sin trazar lo que pasó con Adán y Eva.
Adán y Eva ejercieron su criterio personal y decidieron que Dios les estaba mintiendo.
Por eso violaron la orden directa de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal.
A consecuencia de esa acción, su espíritu pereció y su sangre, que es la vida, fue contaminada con la transgresión o pecado.
Y puesto que en la sangre está la vida, toda la descendencia humana heredó esa condición de muerte espiritual.
Ahora iban a tener que enfrentar la vida a través únicamente de los cinco sentidos del cuerpo, los cuales no son capaces de discernir las cosas del espíritu.
El primer sentido espiritual que se desactivó en Adán y Eva fue la visión.
Por eso ya no veían la gloria de Dios. Ahora veían el polvo, o sea, sus cuerpos.
El hombre fue condenado a vivir su vida estando una tercera parte muerto.
Es aquí también cuando el cuerpo del hombre es sentenciado a separarse de su alma y de su espíritu y regresar a su materia original: el polvo.
Porque Él era el único que podía hacer revivir de nuevo ese espíritu del hombre, que murió en Adán.
Porque en la sangre está la vida. Y la sangre del Cordero, sin mancha, presentada en el templo que está en el cielo, fue aceptada por el Padre como pago sustituto por el pecado del hombre.
Hebreos 9: 22 - 24 (RVG)
"Y casi todo es purificado según la ley con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas con estas cosas; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo para presentarse ahora por nosotros en la presencia de Dios."
El conocer nuestra identidad nos va a abrir el portal a la dimensión sobrenatural ya que viviremos con la seguridad que otorga el saber nuestra posición en Cristo. Exploraremos brevemente este tema a continuación.
Lo primero que tenemos que ver es que el hombre es tridimensional: cuerpo, alma y espíritu.
Génesis 1:26 (RVA) “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza."
2 Corintios 13:14 (RVA) "La gracia del Señor Jesucristo, y el amor de Dios, y la participación del Espíritu Santo sea con vosotros todos.
"Mateo 28:19 (RVG) "Por tanto, id, y enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo."
Así como Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, el hombre es creado como un ser
tri-dimensional; o sea, espíritu, alma y cuerpo.
Hebreos 4:12 (RVA) "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos (el cuerpo), y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón."
Pero el nuevo espíritu creado por el Espíritu Santo también tiene cinco sentidos activados. Quiere decir que el espíritu puede ver, escuchar, percibir sabores, oler y palpar. Y con esos sentidos se discierne la dimensión espiritual.
Por lo tanto, ya no estamos muertos espiritualmente. Estamos vivos. Quiere decir que ahora podemos escuchar a Dios, hablar con Él, percibir revelación espiritual, podemos sentir su presencia y estar en una relación muy personal con Él.
Al enemigo le conviene que sigamos siendo niños. ¿Por qué? Porque los niños no salen a la guerra. Los niños lloran; no saben orar. Los niños no defienden; tienen que ser defendidos. Los niños no quebrantan puertas de bronce ni hacen pedazos cerrojos de hierro.
Cuando el niño nacido de nuevo crece en el espíritu a través del estudio de la Palabra, entonces comienza a operar en la posición de “hijo”.
El adversario también tiene identidad. La Palabra de Dios trae a la luz la estructura de su reino en funciones y jerarquías:
Efesios 6:12 (R-Valera) “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne; sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas, contra malicias espirituales en los aires."
Sin embargo, lo que nosotros tenemos que entender sobre el enemigo, y grabarlo en cada célula de nuestro ser, es que según Colosenses 2: 14-15 ese enemigo fue despojado, exhibido públicamente, Jesús triunfó sobre ellos en la cruz.
Y el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, fue anulada y quitada de en medio y clavada en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Amén.
El aspecto de posición en cuanto a nuestra identidad nos habla de localización.
El Espíritu Santo nos dice en Efesios 2: 5 -6 "Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, por gracia sois salvos. Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús."
Aquí se explica nuestra posición. Quiere decir que cuando el enemigo viene contra mí, yo no lo estoy mirando de frente, lo estoy mirando desde arriba. El enemigo y yo no estamos al mismo nivel.
Por la sangre de Jesús, el enemigo está bajo nuestros pies. Estamos sentados con Cristo en lugares celestiales. Y tu enemigo, con todas sus jerarquías, está bajo tus pies, en el nombre de Jesús.
Gloria a Dios. No peleamos para tener la victoria; peleamos porque ya tenemos la victoria, en el nombre de Jesús. Sé cuál es mi identidad.
Al enemigo no le conviene que tú recibas estas revelaciones. Porque tu nivel de fe lo determina el nivel de Palabra que tengas en ti. Quiere decir que lo que permites que viva en tu mente te va a dominar, ya que actuamos basado en lo que pensamos.
El aspecto de posición en cuanto a nuestra identidad nos habla de localización.
El Espíritu Santo nos dice en Efesios 2: 5 -6 "Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo, por gracia sois salvos. Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar con Él, en lugares celestiales en Cristo Jesús."
AQUÍ SE EXPLICA NUESTRA POSICION: Quiere decir que cuando el enemigo viene contra mí, yo no lo
estoy mirando de frente, lo estoy mirando desde arriba. El enemigo y yo no estamos al mismo nivel.
Por la sangre de Jesús, el enemigo está bajo mis pies. Estamos sentados con Cristo en lugares celestiales. Y tu enemigo, con todas sus jerarquías, está bajo tus pies, en el nombre de Jesús. Gloria a Dios. No peleamos para tener la victoria; peleamos porque ya tenemos la victoria, en el nombre de Jesús.
!Sé cual es mi identidad!
Al enemigo no le conviene que tú recibas estas revelaciones. Porque tu nivel de fe lo determina el nivel de Palabra que tengas en ti. Quiere decir que lo que permites que viva en tu mente te va a dominar, ya que actuamos basado en lo que pensamos.
Las llaves del reino son “revelación”, (palabra rhema) de la Palabra de Dios, impartida por el Espíritu Santo, la cual abre puertas en la dimensión invisible y en la visible.
Es conocimiento impartido por el Espíritu, el cual es transferido al alma, o sea, a la mente, al intelecto y entonces influencia nuestra voluntad para que tomemos la decisión de actuar de acuerdo a esa palabra que nos ha sido revelada.
Las llaves del reino literalmente abren puertas y también las cierra para que no puedan ser abiertas.
Las llaves del reino se manejan a través de la voz, declarando audiblemente para que el mundo espiritual escuche y responda.
O sea, usas la voz con la autoridad dada por Jesús para impedir que se lleve a cabo un plan, un esquema, una trampa, una sentencia, un decreto declarado por el enemigo en contra tuya o en contra de los tuyos o en contra de la persona que te ha pedido intercesión. O sea, que atas al enemigo, en el nombre de Jesús.
La nueva identidad es demostrada en acción sobrenatural. Cuando sabes quién eres, entonces cuando entras al atrio del Santuario con adoración y acción de gracias, sabes con seguridad que puedes llegar detrás del velo.
No estás orando en una dimensión terrenal. Estás orando en la dimensión celestial. Y es imposible subir al monte de Dios y no bajar con tablas escritas. Y así como Moisés subió al monte y bajó con tablas escritas por el dedo de Dios, de la misma manera tú bajarás con un nuevo edicto escrito por Dios.
Así como Esther obtuvo del rey la autoridad de escribir un nuevo edicto, un nuevo edicto que iba a revocar la sentencia de muerte, así con tu boca, decreta, declara y profetiza un nuevo decreto cancelando los planes del enemigo, en el nombre de Jesús.
La sangre de Jesús purifica la conciencia, pero el agua de la Palabra nos limpia la mente y la transforma.
Hebreos 9:14 (SSEE) “¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual por el Espíritu Santo se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de las obras de muerte para que sirváis al Dios vivo?
Efesios 5:26 (R-Valera) “Para santificarla, limpiándola en el lavamiento del agua por la Palabra".
Efesios 4: 22-24 " En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Esto es muy importante:
Cuando Jesús murió en la cruz del Calvario, estos dos elementos salieron de él: sangre y agua. Eso fue una señal que la redención era total: con su sangre nos redime. Y con el agua, que representa la Palabra, la cual es Jesús, nos limpia la mente. Y con su cuerpo molido nos libró de la maldición. El nacimiento del nuevo espíritu es un milagro, pero la transformación de la mente envuelve la voluntad del ser humano.
La capacidad de renovar la mente del hombre se encuentra en aquella palabra inspirada por su Creador, o sea, La Palabra de Dios.
La medida en que nuestra mente es renovada a través de la Palabra de Dios se manifiesta en actos. Mientras estamos bendecidos, cuando las cosas están bien, es fácil y natural estar alegres y optimistas. El asunto es: ¿cómo reaccionamos ante el conflicto?
Si no hemos depositado la Palabra en nuestro espíritu, si no nos hemos convencido que hay recursos sobrenaturales disponibles para nosotros, entonces el enemigo nos puede zarandear oprimiendo los botones del pánico, depresión, enojo, celos, envidia.
¿Por qué? Porque nos tomó por sorpresa la violencia del ataque. Ante un ataque auspiciado por el enemigo tú no puedes sacar una emoción para combatirlo. Tu viejo hombre no te puede ayudar; él era un esclavo. No busques en tu pasado lo que el viejo hombre hacía.
Busca en la Palabra y deja que entre en tu alma, en tu mente, en tus emociones, en tus sentidos. Inunda cada célula de tu ser con la Palabra en todas sus dimensiones. Porque la Palabra te entrena a batallar. Y cuando vengan los ataques, tus ojos físicos y espirituales estarán alerta.
Entonces te dices: estoy entrenando mis sentidos. Si la primera reacción es temor, recuerdo que donde habito es al abrigo del Altísimo, y lo que me cubre es la sombra del Omnipotente. Y continúas enfrentando los ataques del enemigo con la autoridad de la Palabra hasta que se manifieste tu victoria.
Nadie nace siendo adulto. Por eso Jesús le dijo a Nicodemo: “Tienes que nacer de nuevo”. Todo lo que nace, nace en la infancia. Los únicos que fueron creados siendo adultos fueron Adán y Eva. Aún Jesús fue enviado a la tierra con un cuerpo de bebé y creció. ¡Hay que crecer!
Ahora estamos entrenando nuestros sentidos y a causa del conocimiento de la Palabra, la fe se alimenta y aumenta.
¿Por qué? Porque esa es la única manera de crecer a ser un hijo. Los niños son cuidados y muy amados, pero inevitablemente, los niños tienen que crecer. Y con cada etapa de crecimiento, habrá nuevas puertas abiertas y privilegios otorgados.
El Espíritu Santo creó en nosotros un nuevo espíritu cuando aceptamos el sacrificio que Jesús hizo en la cruz del Calvario como pago o propiciación por nuestros pecados. También confesamos que Jesucristo resucitó al tercer día y está sentado a la diestra de Dios. Fue un acto milagroso que ocurrió en nosotros al reconocer nuestra necesidad de Dios, pedimos perdón y aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor.
El viejo hombre es nuestra vieja personalidad, la cual aprendió a relacionarse con el mundo a través de los cinco sentidos del cuerpo. Ahora, la manera de despojar al viejo hombre es transformando nuestra manera de pensar.
Dice la Palabra en Efesios 4:24 (RVG) “Y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en justicia y santidad verdadera”.
Ahora Dios nos dice que nos vistamos de esa nueva persona, o sea, del nuevo hombre.
Permitiéndole a ese nuevo espíritu, el cual tiene los cinco sentidos espirituales activados, que impacte nuestra alma con la influencia de la verdad, de manera que nuestra voluntad pueda decidir tomar acciones que van de acuerdo a la Palabra de Dios.
¿Recuerda la bendición de Aarón?